viernes, 17 de mayo de 2013
BOBADAS
BOBADAS
6 de mayo de 1968.
Después de algunos disturbios callejeros en París durante un par de semanas, estudiantes de la Sorbona toman la universidad y piden soluciones radicales al problema del desempleo. Su actitud sirvió de ejemplo para otros estudiantes y trabajadores de todo el país que se declararon en huelga, y al cabo de una semana el país estaba totalmente paralizado. El Presidente Charles de Gaulle, tras un intento fallido de acabar con la huelga general, disolvió la Asamblea Nacional y convocó nuevas elecciones. Aunque su partido ganó la reelección el descontento continuó vigente hasta su dimisión en 1969.
16 de mayo de 1937: Bombardeo aéreo de aviones italianos sobre Valencia.
BOBADAS
El silencio es iracundo.
Sin gemidos ni impaciencia.
Trasudados y nerviosos,
ajústanse los correajes,
Se burlan de su orfandad.
Meros temblores de vida.
Piedras, raíces hurañas
cubren la sierra insurgente.
Solamente un ave, un canto.
tempranero, indiferente
rompe el silencio pesado.
El más joven mira el cielo.
Una nube se hace sombra
sobre la tierra quemada.
Máscara de madera
que ya no oculta el desprecio.
Aquél…
El de la torva mirada.
Ese que lo vio morir…
de pie,
mira las botas astrosas.
y la mueca del caído.
Tiempo ha, olvidó los “cómo”
Igualmente los” por qué”
Sólo le cerró los ojos… al Joaquín.
¡Qué mierda¡
El que comanda la fila
ordena sacarse los gorros
y encuadrar las carabinas.
Las sienes pulsan de rabia.
“El Joaquín”…La puta vida.
Si de puta tiene algo bueno.
La faena toca a su fin
Palas y picos. Sudor vacío.
“No te has de ir así…
camarada”
Una mano en el corazón,
otra engarrotada al cañón.
Pero se va.
El hoyo profundo y negro
lo quiere.
Tiene hambre de valientes.
¿Puedo rezar Comandante?
¿Y a santo de qué?... Mocoso.
Por su madre…la “Tinaja”
Y…su sangre que es la mía.
Bobadas, solo bobadas…
Mocoso.
El Joaquín ya fue
y ya no es.
Era su ley y su hora.
A la una le fue fiel…
mientras pudo.
Con la otra fue puntual.
¿Qué más basta a un combatiente?
La muerte es una vez por todas.
Y nadie lo mata matando
a quien está decidido.
Su desprecio por la vida
es misterioso desdén
por la muerte.
Tu madre lo rezaría, dices.
Ya…mocoso.
Hace tiempo que lo hace.
Tanto o más de lo que piensas.
Por otros joaquines muertos.
Ora.
Ese asunto de los rezos…
Mira:
Puede que rece a su Cristo,
el que en todos estos días
de pena
le pone el pecho a las balas.
Quien diga que no seas tú,
mocoso…
el próximo Cristo
sacrificado.
O yo, sin los clavos en los pies
Ni el peso de aquella conciencia.
LUIS ALBERTO GONTADE ORSINI
MAYO de 2013
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