sábado, 30 de abril de 2011

ANGELITOS DE DIOS

- …No sabés como me duele “Jamón”.
El puber le muestra al amigo el rayón de sangre espesa que se desliza sinuosamente por el filo de la tibia.
- Flor de planchazo te bajó el hijoeputa ese.
- Lo peor ahora es “bancar” a mi vieja…: “Que no estudiás, que te pasás el día jugando al futbol, que para colmo te me venís lastimado” y que patatín y que patatán. Y no te digo nada del moquete que me “emboca” al final…”
Con las piernas abiertas en tijera los niños están sentados sobre el pasto húmedo y enmalezado que hace esquina con uno de los paredones traseros del Hogar de la Liberada, una casa muy antigua, destinada y adaptada a la contención temporal de las presas que cumplen su tiempo de condena y no tienen a dónde ir. Depende de la Dirección de Cárceles y una Comisión de señoras bien. Alberga también a sus hijos pequeños, sujetos como sus madres a las leyes de la inclemencia social.
El establecimiento que recluye a las presas mujeres se levanta en la manzana de enfrente, amparado por la virgencita del Luján y su hermosísima capilla, hoy colonizada por San Expedito.
Mi inolvidable profesora de Literatura, Susana Lagarmilla, aconsejaba a sus alumnos pasar por frente al templo y apreciar la insólita maravilla de las columnas talladas estilo etrusco que enmarcan la entrada. El flujo de estudiantes era tal que en varias ocasiones fue necesario desviar el tráfico…
Cierta vez de esa cárcel se escaparon por la puerta de entrada de la capilla, cien y pico de guerrilleras tupamaras.
Un récor mundial poco conocido.
A partir del hecho que la gente tomó con jocosidad, las monjitas que compartían con policías gordos los quehaceres del recinto de reclusión, fueron sustituidas por un selecto grupo de milicada femenina que escupe por el colmillo, despide olor a queso rancio y al menor gesto te baja un garrotazo.
Desde la posición en que se encuentran los niños de nuestra historia es posible observar, flanqueado por un sinfín de casitas humildes, un angosto y alongado campito ralo, refugio futbolero de la purretada del barrio. De noche las parejas de novios suelen aprovechar ese predio, hecho a la medida para practicar sus primeros lances amatorios, y las obreras del sexo para atender a los clientes menos dotados económicamente…
En épocas pretéritas transitó por dicho corredor el viejo ferrocarril de “los patos” con destino Hipódromo de Maroñas, esperanza fiel de los perdedores.
Aclaro que en mi bendita tierra uruguaya se moteja de “pato” al que no tiene un “peso”, (moneda nacional) en que caerse muerto.
- Cuando lo agarre solo lo via romper todo a ese. Esto no se hace…y vo “Jamón” también tenés la culpa por pasármela corta y pa pior ponerte a separar cuando lo iba a cagar a trompada.
- Aguantá Cholo: Ahora resulta que la culpa del planchazo es mía. Lo que vas a conseguir que no te pase más las cuenta de los problema de la escuela. Este “sesto” año es bravísimo, y vos para la matemática sos un adoquín . Te vas a quedar repetidor…y yo en el liceo, gilún.
- Y mi vieja me corta las bola…
Ríen a más no poder por la ocurrencia golpeándose moderadamente en los brazos en señal de franca amistad.
En un descuido el “Jamón” deja caer pesadamente su mano sobre el sexo de su compañero.
Doblado como una oruga se toma con las dos manos la zona baja.
- ¡Ayyyyyyyy…!me reventaste el “pájaro”.
- Disculpá, fue sin querer. ¿Viste como duele cuando te golpian ahí…? En los “huevo” más todavía.
- No me digás mas nada “Jamón”; la parío…! Cómo duele!
- Pero tiene cosas linda también…viste ¿no? Cholo.
Se miran con desconfianza. Una mirada prolongada; se ha prendido una señal.
Sin sospecharlo van a traspasar un umbral inédito de confidencias.
- ¿Qué tiene cosas linda decís?... otra que linda. Cuando me acuesto, basta tocármelo para que se me ponga duro como un palo. Me lo acaricio y me lo acaricio hasta que en una vuelta sale un chorro raro que me moja las sábana. Toditas las noche en el cuartobaño me saco las gana. Despué en la cama…y dale que va. Nunca senti una cosa así. Es lindo; como rascarse contra una coluna, como que volás medio mareado.
- Yo también “le doy de punta”. La vieja me pregunta siempre por las manchas amarilla y yo me hago el ganso o le digo que son las pulga del “Banana” que sale de la cucha y duerme al lao mio. Una vuelta mi hermano el Toto me llamó pajero por eso. Siempre anda con lo mismo: pajero para aquí, pajero para allá.
- Y claro chauchón…a eso se llama ”hacerse la paja”. Cuando le veo la bombacha a la Beatriz esa noche son dos o tres en fija. O las teta de mi tía la Pocha. No sé por qué será.
- ¿Y para que mierda sirve ese pichí amarillo “Jamón”?
- Y!…qué sé yo”! Capá que pa’ limpiar los conduto.

LUIS ALBERTO GONTADE ORSINI
Derechos reservados
Abril 2011

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